Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa, ex presidentes panistas, intentaron entregarle más poder al Cártel de Sinaloa, dirigido por Ismael Zambada García, y entonces otros grupos criminales se vieron forzados a armarse para defender los territorios que querían quitarles. Así se originó la violencia que hoy sigue dejando muertos y desaparecidos, señala la periodista Anabel García Hernández, autora de El traidor. El diario secreto del hijo del Mayo.
Ciudad de México, 31 de enero (SinEmbargo).– No existió la guerra de Felipe Calderón Hinojosa contra el narcotráfico. Su Gobierno y el de Vicente Fox Quesada trataron de entregarle más fuerza y territorios al Cártel de Sinaloa, por eso se desató la violencia, por eso se desató el terror que ha dejado miles de muertos y miles de desaparecidos, señala la periodista Anabel Hernández García.
“No hubo una guerra contra las drogas. Fue una guerra entre los cárteles de la droga, en la que el Gobierno fue juez y parte, inclinando la balanza a favor de un grupo criminal. La violencia no la desató en un inicio Felipe Calderón. […] Llega Vicente Fox y es el que decide, con el operativo México Seguro, comenzar a invadir Tijuana y Tamaulipas. ¿Quería liberar a la población del yugo de los cárteles? No. Quería quitarles la plaza para dársela al Cártel de Sinaloa”, indica en entrevista con SinEmbargo.
“La estadística de los muertos comienza a despuntar en el 2002, 2003, luego llega a estos picos terribles en el sexenio de Felipe Calderón, porque él no sólo continuó con la dinámica establecida por Vicente Fox, sino que la empeoró. Es una guerra de cárteles en la que varias instituciones de procuración de justicia protegen a unos y otros [grupos del crimen]. Por eso se hace tan encarnizada la batalla”, agrega la autora de Los señores del narco.
Hernández García se encuentra presentando El traidor, su más reciente libro, donde muestra cómo es que Ismael Zambada García, “El Mayo”, quien ha controlado durante décadas el Cártel de Sinaloa, se movió durante esos periodos, los de Calderón y Fox; cómo es que el capo logra seguir impune y tranquilo, y cómo es que negoció y negocia con autoridades de todos niveles, incluidos los ex Presidentes, para hacer fortunas “legales”.
“El traidor es uno de los trabajos periodísticos más ambiciosos en la trayectoria de Anabel Hernández. Su historia se remonta a enero de 2011, cuando la contactó Fernando Gaxiola, uno de los abogados de Vicente Zambada Niebla, mejor conocido como Vicentillo, quien enfrentaba un juicio en una corte de Chicago. La intención era compartir con la periodista documentos y hechos que ampliaban y esclarecían varios de los episodios que acababa de dar a conocer en Los señores del narco”, señala Grijalbo.
Entre los documentos a los que tuvo acceso Anabel Hernández, también autora de La verdadera noche de Iguala, se encuentra el diario secreto del “Vicentillo”, hijo del “Mayo”; además de un autoretrato del príncipe del narco que se convirtió en payaso, mismo que ilustra, desde su portada, a El traidor.
“Yo me había imaginado en Los señores del narco que la cosa no estaba bien, que estaba mal y había mucha corrupción, pero en el nivel que narra Gaxiola y Vicentillo es una cosa dolorosa, pero se requiere sentirlo para entender que algo tenemos que hacer al respecto. Al menos este es una pequeña aportación mía para tratar de dar claridad de lo que estamos viviendo para encontrar soluciones, dice a SinEmbargo. A continuación, la charla completa.
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–Nos vendieron durante años a “El Chapo” como el gran señor del narcotráfico en México, pero en realidad es “El Mayo” Zambada.
–Es correcto. Es un tema que yo intenté desmitificar desde el libro Los señores del narco. Desde ahí la figura del “Chapo”, que a veces es ridícula, que a veces se pregunta uno cómo es que un hombre que apenas sabe leer y escribir, que era un cero a la izquierda cuando lo detienen en 1993, cuando lo acusan de haber asesinado al cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo… El general Carrillo Olea me dijo que cuando el Gobierno de Guatemala entregó al “Chapo”, en 1993, lo traían amarrado como un cerdo en una camioneta destartalada, con un sólo militar que lo estaba custodiando. Si hubiera sido el grandísimo capo que el Gobierno nos quería hacer creer, pues lo hubieran estado custodiando un montón, pues pensarías que va a haber un operativo de rescate. “El Chapo” no era nada. Tan no era nada, que cuando en ese momento el general Carrillo Olea lo recibe ahí en la frontera con Guatemala y lo sube a un avión, “El Chapo” se pone a llorar. Se rompe, se quiebra y comienza a contar todo. Comienza a contar quiénes son sus cómplices en la Procuraduría General de la República (PGR), y comienza a contar quiénes protegían a los Arellano Félix en Tijuana. Un capo-capo no hace eso a las primeras de cambio. “El Chapo” Guzmán no es la figura que nos quieren vender. Recuerdo cómo Medina Mora, en los primeros días del Gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, decía: ‘es que es imposible reaprehender al Chapo, yo hasta lo admiro’. Ya después, muchos años después, cuando vimos el video que graba para Kate del Castillo y Sean Penn, dijimos: ‘bueno, si este es el hombre que es la súper mente siniestra que gobierna al narcotráfico en el mundo, pues no se los creo’. Eso es lo que yo quería decir en el libro Los señores del narco. Si no era él, tampoco era muy claro para mí quién sí era. Lo que retrato ahí es que contaba con la complicidad de tantas personas, el grupo criminal ya era grande… En Los señores del narco hablo con una fuente de información que me dice: ‘es que El Mayo es el verdadero jefe del Chapo. Eso es, lo reconozco, una línea en Los señores del narco. Esta línea que parecía no tener sustancia, que parecía sólo ser el dicho, toma sentido después de nueve años de investigación periodística, los cuales inician en 2011 y concluyen ahora en El traidor. Descubrí en estos nueve años quién es el verdadero jefe… Y sí, es Ismael “El Mayo” Zambada, quien no sólo utilizó al “Chapo” como un distractor, sino que lo traiciona al final.
–Hay una llamada, una entrevista radiofónica, que es la que te lleva de Los señores del narco a El traidor. Vicente Zambada Niebla, “Vicentillo”, te escucha desde su celda.
–Tú no me vas a creer, nadie me va a creer cuántas veces me sucede eso. Llevo estos cinco días en México dando entrevistas, firmando libros, etcétera, etcétera… Y en estos cinco días, al menos he conocido dos personas de cárteles que se han acercado a mí para darme información, así, en público, delante de todo el mundo. Así es como suceden las cosas, aunque la gente no pueda creerlo. El tema del narcotráfico no está en la cueva, en las montañas o en los ranchos con sombreros y cadenas, como los retratan en las series de televisión. Están aquí, con nosotros. Así me sucedió. Estaba dando una entrevista a una radiodifusora de Chicago, la entrevista era en español, y yo cómo iba a saber que quien estaba escuchando, encerrado y en una celda solitaria en el Centro Correccional Metropolitano de Chicago, en Illinois, era Vicente Zambada Niebla, quien me escucha hablar de esta parte, que viene en Los señores del narco, de cuando la CIA ayudó a los colombianos a conectarse con los mexicanos, y yo expliqué que el Gobierno de Estados Unidos también jugaba en nuestro tablero, en un afán de no sólo querer controlar la geopolítica, sino la economía de las drogas… Es por eso que “Vicentillo” le pide a su abogado, Fernando Gaxiola, que llame a la estación de radio y que me busque, y es así como empezó la historia de El traidor.
–¿Eran cárteles de la Ciudad de México los que te buscaron recientemente?
–Ahora no lo diré porque son cosas todavía muy primarias. Primero tengo que escucharlos y luego platico más del tema. Lo que quería decir es lo increíble que son estos encuentros, casi fortuitos. A veces un encuentro de esos no sólo puede incidir en mi historia como periodista, sino que a veces deriva en obtener documentos como el diario secreto del “Vicentillo”, que yo en la primera cita que tengo con Fernando Gaxiola, en un restaurante todo oscuro, medio tenebroso, ahí en Chicago, no tenía idea que me iba a entregar. Me entregó un diario que fue escrito para la intimidad, como son los diarios personales.
–Después de todo este viaje, quién es hoy para ti Fernando Gaxiola, el abogado de los Zambada.
–Te daré una opinión absolutamente subjetiva. Yo conocía a Gaxiola sólo en esas circunstancias. ¿Cómo era en otros ámbitos? No lo sé y tampoco me toca juzgarlo. Lo que te puedo decir es que era un hombre con convicciones. Era un hombre con contradicciones. Estaba preocupado, por ejemplo, por la masacre de estudiantes en Iguala, y por la desaparición de los 43. Era un hombre que estaba muy indignado por eso. Decía: ‘es que esto no puede estar pasando, qué injusticia’. Y por otro lado, es un hombre que podía sentarse a platicar y tomar cerveza o tequila con “El Mayo”. Escuchaba las narraciones del “Mayo” y se convirtió en su confidente. Era un hombre como todos nosotros: con claros y oscuros. Era un hombre que tomó una decisión de vida, y es entregarme este documento cuando ya estaba muriendo, y digo una decisión de vida porque pudo no haberlo hecho. Pudo simplemente comerse este diario y pensar: ‘para qué le muevo, para que arriesgo a mi familia’. Tomó esa decisión para compartir este documento histórico. Es la primera vez, en México, que conocemos desde adentro, de la cúpula del Cártel de Sinaloa, qué es el Cártel de Sinaloa, y la voz de “Vicentillo” y la voz de Gaxiola, que se convierte en el confidente del “Mayo”. Gaxiola también aporta una serie de informaciones a través de diversas entrevistas que tuve durante 5 años con él, decenas de encuentros en los que él me explica qué es el Cártel y qué no es el Cártel. Es interesantísimo. Al final creo que esta aportación que hace Gaxiola es una aportación que debilita al Cártel de Sinaloa desde adentro.
–¿Qué tan podridas tienen que estar las instituciones para que “Vicentillo” llegara a la Ciudad de México y entrara caminando a Los Pinos, durante el sexenio de Zedillo?
–Eso nos da la magnitud. Es interesante que acotes el tiempo porque ahora está García Luna encarcelado y está bajo proceso judicial en Estados Unidos, y sí, se manejan muchos nombres, como que Fox lo protegió, o si Calderón, o Enrique Peña Nieto, pero en realidad estamos hablando de una colusión sistemática. No hay otra manera de verlo. Lo que narra Vicente es la sistematización de esta corrupción de cinco décadas, cincuenta años. Podemos sentarnos aquí y poner el nombre de cada Presidente que ha estado en estos cincuenta años… Bueno, en todos estos años, con todos estos gobiernos, gobiernos de tutti frutti, del PRI, del PAN, hemos tenido esta protección al Cártel de Sinaloa, que es una constante. Pareciera que los partidos políticos pueden ir y venir, pareciera que los capos, unos mueren y otros se van a la cárcel, pero pareciera que la única constante es este hombre, “El Mayo”, que ha vivido agazapado, en la oscuridad, en el anonimato. Los presidentes van, los presidentes vienen, pero la única constante ha sido este hombre, por eso su historia ha sido muy importante para entender nuestro presente.
–Estos ex presidentes, estos altos funcionarios, ¿en algún momento se toparán con la justicia? En el libro está, por ejemplo, Echeverría… Y Echeverría tiene 100 años.
–Sí, acaba de celebrar su cumpleaños con un pastel.
–¿En algún momento habrá justicia?
–Es muy lamentable que durante estas cinco décadas, si hay algo que ha hecho la delincuencia organizada es dinamitar a todas las instituciones. Diría coptarlas… Diría “El Vicentillo” que el 99 por ciento de los funcionarios públicos son corruptos. PGR, Policía Federal, policías estatales, todos. ‘Nadie le dice que no a mi padre’. Yo quisiera creer que este diagnóstico es un poco exagerado, aunque al final uno piensa que “El Mayo” nunca ha pisado la cárcel, siempre ha estado ahí [en el poder]. Pienso que no tenemos las instituciones lo suficientemente limpias y sólidas, desgraciadamente, para llevar a cabo estos juicios. Por eso es que los grandes capos son extraditados. Es por eso que funcionarios de primer nivel, como Genaro García Luna no están aquí bajo proceso con el Gobierno mexicano. Está en Estados Unidos. También los americanos tienen sus agendas. No es que les interese mucho hacer justicia para nosotros, les interesa la justicia para ellos.
Sí, por una parte está este tipo de impunidad, pero por otra parte creo que el periodismo de investigación, este tipo de esfuerzos periodísticos… Pienso que al menos saber la verdad es una especie de justicia. Sí, Echeverría está celebrando su cumpleaños con un pastelito, pero es un hombre públicamente repudiado. La gente sabe quién es. Sabemos quién es. Conocer la verdad es siempre una forma de justicia, y por eso pienso que México se ha convertido en uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo. No tenemos instituciones que hagan la labor de encontrar la verdad y la justicia, los únicos que proveen verdad y justicia moral, somos los periodistas, entonces somos los enemigos. ‘Si lo están haciendo los periodistas, entonces acabemos con los periodistas’, así todos impunes y felices, nada de historias. Si exterminan a todos, ¿quién les estorba?
–Más de una década antes de que su nombre resonara en medios, tú ya hablabas de García Luna. ¿Por qué hasta ahora sale este personaje? ¿Por qué se mantuvo tanto tiempo? ¿En dónde estabas en el momento en que se da la noticia de su captura?
–Evidentemente se mantiene tanto tiempo por la impunidad, pero ¿por qué es impune? Porque es útil. ¿Por qué “El Chapo” llega a la cárcel? Había estado impune tantos años… Perdió su utilidad. Me parece que es probable que Genaro García Luna fuera tanto tiempo protegido porque era útil para algunos aquí en México. Y respecto al Gobierno de Estados Unidos, lo que puedo decir es que García Luna comenzó a ser investigado por el Gobierno americano casi inmediatamente después de que se muda a Miami, lo cual es el error más grande… ¿Por qué no se fue a las Islas Caimán o a Punta Cana, o alguno de estos paraísos fiscales? Siento que se sentía tan protegido, incluso por algunos buenos amigos que tenía dentro de la DEA, que pensó: ‘yo puedo hacerlo, soy Genaro García Luna y en México me han salido bien las cosas…’. Pienso que eso pensó. ¿Cómo pudo confiarse tanto? Él llega a Miami y la información que yo tengo es que comienza a hacer movimientos, a mover dinero que no tenía cómo justificar. Estados Unidos es un país con defectos, pero es un país en el que las instituciones funcionan. No importa si eres amigo del Presidente o amigo del ex jefe de la DEA, si haces cosas sospechosas, te investigan. Creo que el Gobierno americano comenzó las investigaciones sobre García Luna cuando tuvo finalmente no sólo estos señalamientos de narcos que dicen que le han pagado sobornos, fue cuando él dio avisos de que tenía un dinero que no podía justificar.
Cuando ocurrió su detención, en diciembre del año pasado, yo estaba en Europa. Me llegó un mensaje de un amigo. Yo estaba dormida. Cuando despierto y veo el mensaje, la verdad es que pensé que el peso de la verdad es más grande que todo. Eso pensé. No porque fuera algo que yo había dicho, sino porque era verdadero.
–En otra entrevista hablaste sobre un capítulo del libro México en llamas, en el que aparecen las reuniones entre Genaro García Luna y Carlos Salinas de Gortari. ¿Crees que alguno de esos personajes, Salinas, Calderón, Peña… alguno de esos nombres aparecerá en el juicio?
–Yo sí pienso que los nombres de Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón, Vicente Fox saldrán a relucir. Si estas visitas que García Luna hacía a Carlos Salinas de Gortari significaban más que el favor que él estaba pidiendo de ‘dame impunidad. Ayúdame a que Peña Nieto, quien es tu protegido, me dé impunidad, y si se puede que me nombre Secretario de Seguridad Pública porque quiero repetir’… Pues claro, si le pagaban 100 millones de dólares de sobornos, pienso que tenía alicientes para repetir en el cargo. No sé qué pasaba dentro de esas reuniones. Sé que no consiguió el cargo en la Secretaría de Seguridad Pública Federal, pero sí consiguió la impunidad porque en Los Pinos estaba Humberto Castillejos de consejero jurídico del Presidente, quien a su vez era cercano a Juan Collado, quien estaba conectado con Salinas de Gortari. Hay elementos que hacen pensar que tal vez Carlos Salinas de Gortari sea objeto de curiosidad. Sin duda alguna el que tiene señalamientos muy claros es Felipe Calderón Hinojosa. Narcotraficantes lo señalan de haber recibido sobornos, igual que a Enrique Peña Nieto. Gaxiola me dijo que Zambada y su hijo habían aportado dinero a las campañas de Vicente Fox, de Felipe Calderón Hinojosa y de Enrique Peña Nieto.
–¿Crees que entre las razones de Calderón para tener su partido político es porque busca impunidad con su retorno al poder?
–No lo sé. Yo no quisiera especular. Me da la impresión de que tiene el fenómeno García Luna, que estaba muy confiado de que nada iba a suceder y en cuatro meses compra cuatro propiedades en una sola operación. ¿En qué estaba pensando? Uno podría preguntarse lo mismo de Felipe Calderón: ¿en qué está pensando?
–Nos hablas sobre el príncipe narco que termina siendo un payaso?
–Qué interesante, qué interesante reflexión. Sí es eso: “Vicentillo” era el heredero al trono. Vicente Zambada Niebla nació condenado a ser el heredero del imperio criminal de su padre. Es una persona que, de acuerdo al diario, lucha y lucha contra la herencia de la que no es fácil escapar. Por un lado, según él, no quiere estar ahí, quiere una vida feliz y tranquila, pero recibe todo el dinero del padre y se va a Barcelona y a Quebec, y vive la gran vida. Por otro lado lo quieren matar por ser el hijo del “Mayo”, ya no quiere estar ahí… pero ordena asesinatos, entra en la gran cúpula del Cártel, hay veces en las que debe tomar decisiones con mayor jerarquía que “El Chapo” Guzmán. Si uno lee el diario, pareciera que él tomaba decisiones por encima del Chapo Guzmán. ¿Cómo este príncipe se dibuja como este payaso con el uniforme naranja de las cárceles de Estados Unidos? ¿Cómo se ve a sí mismo el hijo del capo más importante del mundo? ¿Y cómo podemos conocer los secretos, no de un Cártel que ya va a en picada, no de un capo que está muerto, no…? El diario habla de cómo funciona ahora, en este momento, el Cártel, en un momento en que su padre sigue estando en la cúspide del poder.
–Ahorita que hablas del funcionamiento del Cártel, a pesar de que hay muchas autoridades que le permiten seguir trabajando en el 70 por ciento del mundo, de todas maneras llega un momento en el que “El Mayo” se desespera. Dice ‘estos cabrones salieron más cabrones que yo’.
–Sí, y es increíble. Es ahí donde uno no sabe si reír o llorar. Por un lado se supone que “El Mayo” es el más malo de todos, es el jefe, pero por otro lado, llega un punto en el que es tanto lo que tiene que pagar de sobornos… tantísimo. Los millones que estuvo repartiendo… Discúlpame, los millones que debe estar repartiendo hoy porque hoy está libre. Sigue tranquilo en su rancho, en Culiacán. Eso sólo puede ser posible si hay corrupción, si está aceitando la máquina de su protección con los millones de dólares. Llega un punto en que es tan grande la nómina que debe pagar a funcionarios corruptos que es más lo que paga que lo que se queda. Llega un momento en que dice que trabaja para el Gobierno, lo traen a la carrera. ‘Lo que gano se los doy’. Es el precio que debe pagar para seguir libre. Es un círculo vicioso donde él tiene que alimentar al perro, el Gobierno corrupto, pero es un perro que lo puede morder. Tiene que trabajar y traficar drogas para alimentarlo. Es una historia que supera cualquier ficción.
–¿Crees que la administración de Andrés Manuel López Obrador va a poder contra esas instituciones corrompidas?
–La primera cosa que necesita hacer es reconocer que, efectivamente, están corrompidas las instituciones. Comenzar las sumas y restas y preguntarse cómo es que esos capos están libres. Él ya hizo una política pública de que no va a luchar contra los narcos, ya lo escuchamos en los primeros pronunciamientos que hizo como Presidente. ¿“El Mayo” está contento porque ya no tiene que alimentar al perro? A mí me gustaría preguntarle. Sabemos que la droga se sigue moviendo, sabemos que el lavado de dinero continúa. ¿Ahora cuáles son las reglas? Me parece que no son claras. Es difícil comprender qué está pasando en materia Gobierno-Cártel de la droga.
–¿Después de la publicación de El traidor se te acercó alguien de la familia Zambada?
–No. No he recibido tampoco ningún tipo de amenaza. Sé que lo están leyendo. Sé que en Culiacán, Sinaloa, hay personas que van y compran 3 o 4 libros. Sé que es un libro muy comentado en las familias. Vi el whatsapp de un hijo de un muy importante capo, quien con palabras altisonantes, decía: ‘ya viste lo que está saliendo’. Sé que hay algunos que leen su nombre en el libro y saben quién los traicionó. Sé que hay molestias.
–Un tema en el que te metiste hace poco fue… ¿Tienen poder los hijos de Guzmán Loera para doblar al Gobierno de México?
–De ese operativo me parece que hay muchas más dudas que respuestas. Por desgraciada estas dudas han sido alimentadas por la falta de transparencia del Gobierno. Evidentemente el operativo no fue fortuito y casual como primero dijo Durazo. Esa zona es de influencia de los chapitos, como los llaman. La casa donde llegó Ovidio era la casa de una pareja sentimental. Debiste haber estado un montón de semanas o haber intervenido su teléfono para caerle a la hora indicado, el día indicado. Para eso se requiere una planeación. Eso pasó, por ejemplo, con la detención del “Chapo” Guzmán en 2014. Son operativos muy pequeños para que no se filtre la información. Son operativos quirúrgicos. ¿Qué pasó en Culiacán? Entran, lo tienen, no hubo disparos. Fue una operación limpia. ¿Quién los dejó solos? Que nos digan que los chapitos pueden arrodillar al Gobierno, que nos digan que había mayoría de ellos y no de miembros del Estado… Que no digan que los sicarios eran más. Que muestren las cámaras del C4. Quiero ver el desplazamiento de esta horda de chapitos. Quiero verlo. No me muestres a un cuate hincado disparando. Muestra cómo llegaron. Son cosas que no hemos visto. Ahora que un periodista está solicitando… No nos quieren mostrar las imágenes de la liberación de Ovidio. las dudas generan dudas y perspicacias. Yo que he investigado al Cártel y su poderío, no hay una hoja, no hay una partícula de polvo que se mueva ahí sin la voluntad de “El Mayo”. ¿El Ejército y la policía dejaron solos a esos militares? ¿Por qué? Fue algo espontáneo o premeditado?
–¿Fue una farsa la llamada guerra contra las drogas?
–Tenemos al ex Secretario de Seguridad Pública acusado de narcotráfico. Lo acusan de conspirar para traficar droga, además de haber recibido sobornos del Cártel de Sinaloa. Si él era el que dictaba las directrices de esa llamada guerra contra las drogas, pues evidentemente fue una guerra falsa. Cuando ves que hubo mucho más detenidos de los enemigos del “Chapo”, y del “Mayo”, y del Cártel de Sinaloa, y ves que “El Mayo” sigue potentísimo. Cuando ves que aumentó el consumo de drogas durante aquella guerra contra las drogas, cuando ves que aumentó la producción de mariguana y de metanfetaminas, cifras documentadas en Los señores del narco, qué clase de guerra del narco es cuando recibes sobornos de uno de los que debes arrestar, donde lo proteges, donde eres brazo armado, porque la Policía Federal fue brazo armado del Cártel de Sinaloa durante ese periodo, como lo narra muy puntualmente Vicente Zambada en su diario. Y por otro lado tienes a un Ismael “El Mayo” Zambada libre y tranquilo, evidentemente no hubo una guerra contra las drogas, evidentemente fue una farsa.
–Una farsa, pero los muertos sí están.
–No hubo una guerra contra las drogas. Fue una guerra entre los cárteles de la droga, en la que el Gobierno fue juez y parte, inclinando la balanza a favor de un grupo criminal. Por eso se desató la violencia. La violencia no la desató en un inicio Felipe Calderón, quien desata esa guerra de los cárteles, quien origina la creación de grupos como Los Zetas o todos esos grupos de pistoleros asesinos, sicarios que torturan y hacen cosas terribles contra la población… Durante los gobiernos priistas había habido un pacto con todos los cárteles de la droga, para todos había una pedazo de pastel. No es que no hubiera tráfico de drogas, eso lleva décadas, pero sólo 18 años violentos; el resto no. ¿Qué pasó? “El Mayo” sigue siendo el mismo. Lo que cambió es la relación entre el Gobierno y los cárteles. Durante los 70 años del PRI hubo protección para todos. Todos tenían un pedazo de pastel y había santa paz. Había algunos asesinatos, pero nada que afectara a la población civil. Después llega Vicente Fox y es quien decide, con el operativo México Seguro el comenzar a invadir Tijuana y Tamaulipas. ¿Quería liberar a la población del yugo de los cárteles? No, quería quitarles la plaza para dársela al Cártel de Sinaloa. Cuando ves a estas organizaciones criminales, el cártel del Golfo y el Cártel de Tijuana, que no hubieran sido violentos antes no significa que con todo el dinero del narco en un instante no se armaran un ejército. Querían defender su territorio. Una cosa es que yo no vaya a invadir el territorio del otro y otra cosa es que yo te abra la puerta y te diga: ‘sí, dáselo al Mayo, yo dejo mi negocio millonario’. Eso exacerbó el ánimo de los cárteles y se comenzaron a armar hasta los dientes y comenzaron a combatir contra el Gobierno y contra el Cártel de Sinaloa. La estadística de los muertos comienza a despuntar en el 2002, 2003, luego llega a estos picos terribles en el sexenio de Felipe Calderón, pues él no sólo continuó con la dinámica establecida por Vicente Fox, sino que la empeoró. Estamos ante una guerra de cárteles que todavía vemos hoy. Es una guerra de cárteles en la que instituciones de procuración de justicia están protegiendo a unos y otros. Por eso se hace tan encarnizada la batalla, y por eso estamos ahí los mexicanos, en medio de esto.
–¿Es más fácil o es más complicado escribir desde el dolor?
–No creo que sea más fácil o más complicado, pero es necesario. El dolor y la indignación de lo que sucede te hace no ser indiferente y te obliga a hacer un trabajo mucho más profundo. A mí me duele. Yo escuchaba todo lo que me contaba Gaxiola y lloré más de una vez, porque no creía lo que estaba escuchando. Yo había visto en Los señores del narco que la cosa no estaba bien, que estaba mal y había mucha corrupción, pero en el nivel que narran Gaxiola y “Vicentillo” es una cosa dolorosa, pero se requiere sentirlo para entender que algo tenemos que hacer al respecto. Al menos este es una pequeña aportación mía para tratar de dar claridad de lo que estamos viviendo para encontrar soluciones.